Caminar, el simple hecho de caminar, te convierte en peregrino. No en un buen o mal peregrino, sino en un peregrino. Porque al caminar, dejas de juzgar al otro y lo valoras por atreverse a realizar el Camino. Y dejas de juzgarte a ti mismo, porque valoras cada paso de la Aventura que estás realizando. Y, al realizar el Camino, Tu Camino, te conviertes en peregrino.
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