Rendirse, el mayor acto de Fe y Confianza

Pluto Cave

En la intimidad de la noche es fácil escuchar al corazón y al alma, momentos para conectar fácilmente con nosotros mismos. Sin embargo un golpe del destino puede desconectarnos. Un sí a la Vida devuelve al ser la facultad de la rendición suprema a la existencia y al destino…es entonces cuando nos reencontramos.

Me entrego, pierdo mi ego, suelto aquello que ansío con tanta fuerza y descargo el peso que lleva mi cuerpo. Al confiar me libero y comienzo un camino en libertad absoluta, donde no hay ataduras y mi Fe me sitúa en las manos de La Unidad Suprema.

La palabra Rendición esta denigrada en la actualidad donde todo es considerado factible, posible y alcanzable.

La rendición está desprestigiada.

Pero, te has preguntado: ¿Quién se rinde realmente?, y ¿Ante quién o qué nos rendimos? Las contestaciones de estas preguntas son esenciales para revalorizar la palabra rendición.

La Rendición, la entrega más absoluta, el dejar la lucha puede ser nuestro mejor camino. O como dijo el Dalai Lama “Recuerda que a veces, no conseguir lo que quieres, es un maravilloso golpe de suerte”.  Bien sabemos que nada está escrito de antemano y que somos los artífices de nuestro propio destino, pero ante una situación externa que no depende de nosotros o cuando nos encabezonamos en un camino sin salida, salir de él puede ser nuestro mayor bien.

Tras nuestro derecho al lloro, pataleta y protesta. Comienza el inicio de nuestro tránsito. Pero ¿cómo comenzar cuando el golpe ha sido tan duro que seguir en el dolor te parece lo más fácil?. La aceptación es la única opción. Aceptar lo que ha sucedido, sin otra pretensión más que aceptar. Sin comparar nuestra vida con otros, calmando a nuestro niño interior, sabiendo que el adulto está a su lado acompañándolo en la oleada de tristeza que viene, respirando juntos y aceptando.

Recuerda que no vemos el cuadro completo, desde nuestra perspectiva solo vemos una diminuta porción del todo, con lo que no podemos valorar ni prejuzgar lo que ha sucedido. La culpabilidad por lo que podría sido hecho o lo que no, no es un buen acompañante de camino. Este acompañante te atará con la situación y no te permitirá avanzar.

La mejor opción: Soltar…Y la pregunta del millón ¿Cómo se hace? No hay un procedimiento fijo pero tras la aceptación y el perdón  uno ama la situación y esta fácilmente se libera y se suelta. Sin embargo en este proceso es posible creer que algo se ha dejado atrás y no se ha hecho realmente. ¿Qué ha sucedido? Nuestro ego quiere seguir ahí, no es nuestra alma, sino el ego el que nos retiene.

¿Quién ha de rendirse? Nuestro ego. ¿Ante quién? Ante la Fuerza Motriz generadora del Universo. Nos rendimos a nuestro destino. Una rendición sin condiciones que nos lleva a fluir en perfecta armonía con el flujo divino de la creación. Para rendirnos a la vida, hemos de dejar atrás nuestro Ego.

No es posible soltar sin rendición porque no es posible entregarse a medias. Rendirse es entregarse en cuerpo y alma a lo que el futuro nos depara.

Es por esto que la Rendición es el mayor acto de fe y confianza que uno puede hacer.

© Susana Ortega