chartres
La Catedral de Chartres
La catedral de Chartres se asienta ante una línea telúrica impresionante. Debajo de la catedral confluyen distintas corrientes de agua, y su estructura amplifica la energía que la tierra emana. Es un canal energético de profunda vida.
La catedral ha sido construida en el mismo sitio que la anterior. Existen indicios de que en tiempos anteriores al cristianismo había una gruta dedicada a la Diosa madre, siendo la localidad un importante centro religioso para la tribu celta de los Carnutos, pueblo del que deriva el nombre de la ciudad. Algunos piensan que la catedral se sitúa sobre un antiguo menhir.
La catedral ha llegado en muy buen estado de conservación a nuestros días, aunque fue utilizada como club social por los nazis, o casi demolida en la revolución. Es de las pocas catedrales de Francia que ha llegado sin apenas mutilaciones. La catedral también funcionó como escuela en la Edad Media, donde llegó a rivalizar con la Sorbona de París en importancia.
Nos encontramos en un espacio sagrado, construido por el hombre pero marcado desde la antigüedad por las propiedades del lugar; un lugar sagrado para entrar en contacto con reinos no físicos.
La catedral de Chartres es un libro en piedra.
Debajo de la catedral, un maravilloso pozo dotado de especiales virtudes y de un gran valor mágico, desciende desde la cripta 33 metros de profundidad.
Chartres fue construida con la precisión de un instrumento musical. En sus formas encontramos medidas sagradas que amplifican la música que la tierra aquí emana. El peregrino en su búsqueda puede transformarse rápidamente y dar un salto evolutivo en su vida que en la experiencia habitual le llevaría años conseguir.
Coronando la catedral, el sol y la luna nos indican las dos energías celestes simbólicas descendiendo a través de sus piedras. En el subsuelo, la Virgen Negra absorbiendo y emanando la fertilidad absoluta frente a los distintos fieles que ante ella oran.
Así la catedral se generará a partir de ciertas medidas que favorezcan nuestro caminar, pero todo en la catedral nos conduce a un mismo camino. En ella bellos vitrales adornan las paredes. Estos vitrales están hechos con técnicas alquímicas, sus colores nos ayudan en nuestro proceso.
Los alquimistas sintieron que al incorporarse el espíritu divino en la materia se coloreaba la misma. Así, el generar unos colores ayudaba al viajero-peregrino en su arte de transformación.
Tanto fuera como en el interior encontramos distintos símbolos alquímicos, siendo la propia catedral el horno atanor encargado de realizar la transformación del adepto que entra en la misma.
La geometría, los vitrales, la luz, la oscuridad… todo para favorecer la alquimia interna.
Varias entradas, varios caminos, varias interpretaciones para acceder a lo más elevado.
Al acceder por la entrada principal estaremos entrando por el eje principal justo encima de la línea telúrica que atraviesa el lugar. El Spiritus Mundi nos atraviesa y nosotros accedemos poco a poco a la gran luz, a la visión.
Situándonos en la puerta principal, ya en el interior, la altura de la nave nos sorprenderá, el bosque de columnas… y la oscuridad. Contemplaremos encima de nosotros el gran rosetón. Y a la misma distancia de nosotros, pero esta vez en el suelo, se situará el laberinto.
Recorrer el laberinto es una aventura en sí. El símbolo emana una fuerza transformadora en nosotros. En nuestra visita no puedes perderte el vitral de nuestra señora, el antiguo pozo y la cripta. Señales en la piedra que nos muestra un lugar ancestral de culto a la gran Diosa.
Símbolos alquímicos en el exterior de la catedral, vitrales transformadores en el interior. Una fuerza de la tierra, representada por la virgen negra, la gran Diosa. Un camino por recorrer, un inicio, una búsqueda y un encuentro. La magia del lugar opera en nosotros, y nosotros nos dejamos envolver por su suavidad, enfocando nuestro trazado de vida a aquel que el Universo contempla para nosotros.
© Susana Ortega