el principio femenino en la actualidad

DSCF2624.jpg

Al nacer e ingresar en esta tierra nos aparece la engañosa idea de que nuestro mundo se rige exclusivamente por la fuerza de la acción y  el movimiento. La valoración externa de los inputs que recibimos nos conduce a esta percepción y de alguna manera coartamos cualquier forma de actuación distinta.

 Nuestra psique occidental ha estructurado con esta base, nuestra manera de actuar y pensar, pues hemos crecido desde la base de la civilización greco-latina que potenció estos conceptos. En un momento en que tenemos que rescatar a Grecia, bien vale  la pena revisar los conceptos/valores en que hemos basado la civilización y nuestra propia psique.

 Muchas y muchos de nosotros al entrar en esta “concepción particular” del mundo hemos construido una forma de actuar en el, erradicado una parte básica de nuestro ser, que a menudo nos hace sentir  infelices o desequilibrados. El desmoronamiento del mundo exterior donde el equilibrio esta totalmente roto, nos conduce a querer retomar un camino de regreso a nuestro origen, a nuestro ser completo.

 Lo femenino, la existencia, la sustancia primordial generadora, fue venerado en la antigüedad como el principio creador de la forma, Este principio, conocido con el nombre de “lo oculto” o el  “Gran misterio”, empezó a generar el sentimiento de conquista y posesión sobre ello, y al no poder contenerlo, el miedo humano los subyugo y de alguna manera, lo hizo desaparecer, mediante la sumisión y la erradicación del poder contenido en su esencia, es decir, mediante el desprecio de ciertas cualidades y la revalorización de otras.

 En la actualidad resurge el principio femenino, como la potenciación de unas características, como una sabiduría que nos impulsa a fluir sin poseer. La mayoría de las veces respetando y venerandola Naturaleza, aceptándola tal como es y sin querer alterar la misma. Lo femenino nos invita a vivir la terrenalidad como un aspecto de nuestra totalidad de ser espiritual.

 Muchos movimientos femeninos claman un trabajo de la feminidad, el descubrimiento de la misma y su comportamiento, queremos rebelarnos sin hacerlo y dejarnos llevar por el cosmos que gira  y gira para conducirnos a nuestro destino.

 Lo femenino no tiene que redescubrirse, pues es inherente a nosotros, lo llevamos dentro, en su debido momento sale, al igual que la figura de Maria magdalena llega a nuestra vida para despertarnos de nuestro letargo. Al igual que ella, no es necesario que desde la totalidad se la reconozca, pues ya nos han enseñado o hemos aprendido, que lo que vemos lo hemos fabricado nosotros con nuestras convicciones basadas en lo que nos han querido contar y de la manera que han querido manipular nuestra psique. Poco a poco la redescubrimos dándonos cuenta de cómo la historia juega con nosotros.

 Así llega un momento en la vida que tomamos conciencia, que lo externo (llámese historia, estructuras creadas…etc) de lo que parece que dependemos no existe o simplemente es mentira, todo es fruto de lo que nos han contado y hemos querido creer. En un primer momento de reconocimiento, nos sentimos perdidos, agobiados, quizás sólo por  un instante, hasta que reaccionamos y desde nuestro interior sabemos con total seguridad que no esta nada perdido, pues la realidad esta dentro de nosotros. Siendo esta realidad el principio generador, el principio femenino donde todo es tal y como tiene que ser, y  al final de la espera, con la toma de conciencia, fluyendo con la naturaleza, con tranquilidad y armonía, con un ardid puramente femenino las cosas llegan al lugar que tienen que estar.

© Susana Ortega