Avalon, un bálsamo para el alma.

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Cada vez que mi tristeza aparece o me enfrento a una dura decisión, la energía de Avalon me transforma en un espíritu más ligero, lleno de fuerza y con la confianza plena de que la magia existe.

Cada vez que pisé su tierra sagrada, cada vez que me acerqué o rocé sus aledaños,  cambios transformadores han surgido en mi vida. Al principio le tenía muchísimo respeto, pues siempre que osaba morar  en su puerta en la tierra, Glastonbury, giros inesperados daban en mi vida, pero siempre, mi alma quedaba atrapada en la sensación de protección infinita.

Paseando por sus calles me sentí hada, duende y druidesa. Al poner el pie en este lugar toda mi alma se tranquiliza y estremece, sabiéndome protegida y a salvo.

¿Qué tendrá esta tierra que ofrece esta particular sensación en la persona de uno?, ¿que tiene para ofrecernos?

Esta tierra, este Lugar Sagrado, lo da todo y no te pide nada, sólo una pequeña virtud, vibrar en su esencia, en su esencia Sagrada, en la esencia de Avalon.

Avalon fue conocido como “el Más Allá” del mundo celta, la tierra de las manzanas, como la tierra hiperbórea donde el paraíso es eterno. No en vano es conocida como “la Isla de la eterna juventud”. Su alma traspasa la tuya y te insufla en tu corazón el coraje necesario para batallar con el mundo entero. El rey Arturo fue llevado a esta Isla por tres sacerdotisas (en algunas tradiciones nueve),  para curar sus heridas… pero esta tierra cura, sobre todo, las heridas del alma.

Para los antiguos era considerado “el Más Allá”, habitado por seres especiales, llamados hadas o dioses, que podían aparecerse y mezclarse, en algunas ocasiones, con los simples mortales.  Este más  allá podía ser cualquier sitio: un río, una colina, un bosque,  o un castillo encantado. Su posesión más valiosa, su esencia infinita, era oculta a los ojos de los simples mortales. Como mortal podías acceder a este mundo por un instante, por días u horas, y toda tu estancia en el más allá, en el Avalon, al regresar al mundo de los humanos se habría multiplicado por mil.  Un día en este lugar, era un año perdido en el reino de los humanos, y un año en el más allá, era la pérdida de un siglo a tu regreso a tu realidad cotidiana.

Muchas veces, por la noche, este más allá aparecía ante tus ojos si tu pureza infinita podía rendir pleitesía a los seres que allí habitan. Así, podrías dormir en tu castillo encantado y que todo se hubiera esfumado al despuntar el alba.

La tradición nos cuenta que fue una isla en medio de las marismas, donde se rendía culto a La Diosa. Considerada una de las tres islas sagradas en el mundo celta. La Isla de Iona, la isla de Mona y la Isla de Avalon. Sus sacerdotisas ejercían el dominio sobre esta sagrada tierra (la Madre Tierra) y por eso se considera de poderosa y fuerte energía femenina.

En su territorio fue forjada Excalibur, que nos recordará al tesoro que traían los Tuata de Dana de una de sus islas mágicas (la espada de Nuadu, la contestadora), aquella que contestaba protegiendo a su portador de cualquier golpe del enemigo…

Cuántas leyendas, cuántas historias… y de ellas, ¿qué queda en la actualidad? En Avalon pervive la magia sagrada impregnada en la tierra que según dicen fue encantada por los antiguos druidas (con cantos entonados durante los trescientos sesenta y cinco días de un año, sin descanso durante las veinticuatro horas que dura cada día).

Si paseas por sus calles, por sus colinas y sus jardines, sentirás corrientes de energías, llamadas líneas ley o líneas telúricas, que transportan como ríos una energía muy especial. En el pueblo serpentean dos líneas muy importantes: la línea de “San Miguel” y la línea de “Santa María”.  Sus cruces energéticos son poderosos, y la sensación en su camino casi mística.

El lago no se llega a contemplar en su totalidad, pues cuentan que la isla se rodeaba de un Lago cristalino que dificultaba el camino a los viajeros curiosos. En la actualidad, el terreno húmedo por la lluvia impregna una belleza al paisaje mística y  espectacular.

La colina más energética “El Tor”, colina en Gaélico, es para muchos parte de la antigua isla. Otros nos cuentan que en su interior encontraríamos el camino al más allá, al paraíso, al reino de las hadas. Dentro de la colina parece que existe una bolsa de agua, que nos trasmite una vibración espectacular. Formando un lago interior, dándole la potencia del tesoro que esconde.

Su ciudad etérea, su más allá viviente, se siente en cada paso que das sobre su camino de ascenso. Una colina para despertar la serpiente dormida de los chacras que cada uno tenemos. Y paseando por los siete niveles que forman la colina sagrada, podremos desbloquear cada uno de los chacras de nuestro cuerpo.

Tras la subida, la visión del paisaje que tendremos delante será maravilloso, relajante y cuando sopla el viento (casi siempre, por cierto),  un sentimiento de libertad se unirá  al de franqueza, y tu alma quedará despejada de cualquier duda y miedo interno.

¿Magia? No, pruébalo y tendrás el mismo sentimiento.

La colina, tiene en su cima una pequeña torre dedicada a San Miguel, antiguamente existía una iglesia, creada para taponar el mundo de las hadas, al cual se tenía acceso desde esta colina Sagrada.

Al iniciar el sendero encontrarás una pequeña puerta que llaman la puerta de las hadas, y al traspasarla, inicias un camino hacia otro mundo entrando en los dominios del  más allá, en el mundo de Avalon, en su fuerza y su destino.

No importa cómo vayas, como sacerdotisa o peregrino o simplemente a sacar la foto de toda persona peculiar que se cruce en tu camino. Su magia, la sentirás tan profundamente, el cambio en tu vida será tan drástico, que a tu regreso no serás el mismo. Habrás cambiado, y después de Avalon no habrá retorno, pues su esencia quedará impregnada para siempre en tu alma, y será  tu sueño el retorno a la tierra Sagrada de Avalon.

© Susana Ortega